domingo, 4 de diciembre de 2011

Boca campeón: goleó sin problemas a Banfield y se llevó de manera invicta el Apertura

El equipo de Falcioni se impuso por 3-0 y se adjudicó el Torneo Apertura luego de tres años sin festejos. Cvitanich (PT 9m y 43m) y Rivero (ST 1m) marcaron los tantos, mientras que Riquelme ingresó en el segundo tiempo. Fue el 24º título

Luego de tres años sin festejos, Boca se consagró campeón del Torneo Apertura gracias a una goleada por 3-0 sobre el Banfield de Ricardo La Volpe. Con la autoridad y la solvencia que lo caracterizó durante todo el certamen, el elenco de Falcioni se aseguró el título a dos fechas del final. Ahora, el flamante rey del fútbol argentino irá por tres récords: terminar invicto (lleva 27 partidos sin perder), ser el equipo que menos goles recibió en certámenes cortos y también el que más ventaja le sacó al segundo.

A Boca se le presentó un partido accesible y cómodo desde el pitazo inicial por méritos propios y errores conceptuales de su rival. En su retorno a la Bombonera, La Volpe diseñó un 5-3-2 que pretendía quitar espacios a pura presión. Sin embargo, el tiro le salió por la culata al Bigotón, ya que su equipo cometió el pecado de presionar demasiado atrás. Así, el Xeneize logró asumir la iniciativa e impuso el ritmo de juego que más le favoreció.

La primera llegada a fondo de Boca fue a los 4, cuando Insaurralde estrelló la pelota contra el travesaño tras conectar un centro desde la izquierda. Un anticipo de lo que llegó a los nueve minutos, cuando Cvitanich abrió el marcador en una jugada que nació en un córner y se asimiló a un auténtico flipper. Luego de varios rebotes y fallidos despejes, el ex Banfield abrió el marcador pero no gritó su tanto por respeto a los del Sur.

La precoz ventaja potenció la holgura de Boca. Somoza repartió con facilidad, Chávez retrocedió para ser enlace y Erviti intentó ayudar al Pochi. A su vez, Clemente Rodríguez y Rivero controlaron las bandas, mientras que Mouche alternó por las puntas. Banfield jamás desarmó su planteo demasiado mezquino y el juego se tornó cansino. Poco le importó la chatura del primer tiempo a Boca, que amplió la ventaja a los 43 cuando Cvitanich conectó de volea tras un tiro libre de Chávez desde la derecha.

En el amanecer del complemento, Boca llegó al tercer gol y sentenció el partido. Rivero, clave con su esfuerzo como volante mixto, se animó desde fuera del área y clavó un golazo que hizo delirar a los hinchas locales. Un claro ejemplo de eficacia que reflejó el estilo del flamante campeón. Un equipo que le hizo culto al sacrificio y es capaz de golear sin brillar estéticamente. Un equipo indestructible a nivel defensivo y oportunista en materia ofensiva.

El estadio se puso de pie a los 19, cuando Riquelme terminó de calentar e ingresó al campo en lugar de Rivero. El enganche no jugaba desde hace un mes y medio por culpa de una fascitis plantar en el pie izquierdo. Pese a su ausencia en la recta final, Román fue el responsable de las ráfagas más líricas que brindó Boca en el certamen. Infiltrado, el 10 no se quiso perder la fiesta. Con excepción de dos atajadas aisladas de Orion, el duelo no tuvo más emociones. Boca contó los minutos antes de festejar y, cuando Baldassi (fue su último partido como árbitro) dijo basta, desató su fiesta.

Luego de proyectos ambiciosos sin éxito (Basile y Borghi, entre ellos), el Xeneize volvió a bañarse en gloria gracias a un grupo de jugadores que fue un auténtico equipo. A partir de una estructura sólida y equilibrada, Falcioni logró compensar a las bajas por lesión (Riquelme, Viatri, Rivero, Cvitanich y Blandi) y supo transmitir sus dos conceptos favoritos: pragmatismo y eficiencia. Precisamente, esas dos palabras fueron el eje del juego de Boca que dio lecciones de fútbol colectivo en un campeonato donde no tuvo rivales serios. Salud, campeón.

Publicado por: El Once Digital.

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