martes, 20 de julio de 2010

Salto al futuro

Las Leonas se impusieron 4-2 a Holanda y se consagraron tricampeonas del torneo anual; ahora, quieren refrendar este gran momento en el Mundial de Rosario, que comenzará el 29 de agosto.


Por Gastón Saiz
LA NACION

El capricho bien merecido de las Leonas fue un bife con papas, huevo frito y cerveza. Pidieron ese plato mientras festejaban anoche en un pub de Nottingham, allí donde reescribieron su propia leyenda. Esta historia había empezado en el castillo de Robin Hood, con las chicas caracterizadas como el héroe del folklore medieval inglés, armadas de arco y flecha y con una gorrita verde. Aquélla había sido una visita para distender presiones antes del debut. Y el relato terminó con todas ellas arriba del podio del Champions Trophy, por tercera ocasión consecutiva, alzando a "la señora", como les gusta llamar al trofeo de este certamen anual. " ¡Dale campeón! ¡Dale campeón!" , fue la música típica de la obra consumada, una vez más.

No fue un título cualquiera para este seleccionado; entregó muchas señales -y de las positivas- para el futuro inmediato. Ganarle en la final a Holanda por 4-2 no es cosa de todos los días. Y más difícil aún es superar a las campeonas mundiales y olímpicas tres veces consecutivas en quince días, si se consideran el triunfo por 3-0 en el cuadrangular amistoso Rabo Trophy, en la ciudad holandesa de Enschede, y el éxito por 4-2 en la rueda de clasificación del Champions.

Asoma una tendencia evidente: se estrecha la línea entre la Argentina, N° 2 del ranking, y Holanda, el N° 1. La distancia se acorta porque las Leonas afianzaron el recambio de jugadoras en este torneo y porque las holandesas parecen estar dando una vuelta de página, en una versión más apagada, después de un ciclo brillante que abarcó entre 2006 y 2008. Además, con la sucesión de victorias sobre las naranjas empiezan a derrumbarse esas barreras psicológicas que muchas veces paralizaron a las chicas a la hora de la verdad, como en las semifinales de los últimos tres grandes torneos: los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y de Pekín 2008 y el Mundial de Madrid 2006.

La Argentina aprendió a comandar los partidos con un aplomo y autoridad mucho más convincentes que en temporadas anteriores. Se planta ante el adversario de otra manera y recuperó esa capacidad para sobreponerse a situaciones límite, como las que atravesó tantas veces en Nottingham. Se advierte un equipo tan pasional como contundente, tan seguro de sus fuerzas como acompañado por un ángel aparte. Sin embargo, falta refrendar este gran momento en el objetivo principal del año, ese señuelo que las Leonas persiguen con ilusión y ansiedad: el Mundial de Rosario. Lo dejó bien en claro ayer Luciana Aymar: "Que hayamos ganado este torneo no significa que somos el mejor equipo del mundo. Sí nos da mucha confianza para lo que vendrá". Por si acaso, también lo ratificó el entrenador, Carlos Retegui: "Los partidos ante las potencias son cursos de hockey avanzados; hay que prestar atención, usar la razón y tener los pies sobre la tierra. En eso estamos".

Nunca hay que confiarse en las debilidades de Holanda, sólo son momentáneas. Seguramente, en Rosario sorprenderá con variantes urdidas por su DT, Herman Kruis. También están Alemania, Australia, China, ¿cómo subestimarlos entre los rivales? Inglaterra, el único equipo que superó a la Argentina en Nottingham -y en el debut-, también implicará un duro escollo.

A partir del 29 de agosto, día del debut ante las inglesas por el Grupo B, el certamen en Rosario será un campo minado, una olla a presión con 12.000 personas en las tribunas, todos los partidos. Es ese examen final el que querrán aprobar las Leonas para alcanzar por fin el cielo. Un dato: si la Argentina finaliza ubicado en una posición superior a Holanda en el Mundial, cualquiera que sea, se convertirá en el N° 1 del mundo. Y después sí aflorará el sueño olímpico para 2012, pero allí se abrirá otro capítulo, basado en el deseo de que Aymar se decida a estirar su carrera en el hockey por dos años más.

Hoy mismo, cuando el plantel regrese a Ezeiza a las 20 vía Madrid, Retegui ya pondrá en la balanza todo lo bueno y lo malo que dejó el Champions Trophy. A cada apellido se le asocian conceptos. La arquera Belén Succi: valentía, reflejos, madurez. Rosario Luchetti: olfato, multifuncionalidad. Macarena Rodríguez: despliegue, panorama. Claudia Burkart: el regreso decisivo de una experimentada. Soledad García: el desequilibrio que se extrañaba en ella. Carla Rebechi: la evolución al servicio del ataque. Todas ellas se destacaron particularmente. Y dos casos especiales. Uno de ellos es el de Noel Barrionuevo, la garantía para que la Argentina se apoye en los córners cortos. El otro es el de Luciana Aymar, que estuvo más terrenal que mágica, pero que por lejos es la mejor del mundo.

Lógicamente, también hubo errores en el Champions. Muchas veces se estuvo excesivamente sobre el filo en materia defensiva, ofreciendo más riesgos que los aconsejables, y se produjeron algunas desconexiones entre el medio campo y el ataque. En verdad, nada que no se pueda ajustar en estas seis semanas previas al Mundial.

Es el momento de disfrutar del cuarto título en el Champions Trophy en la historia y de augurar el gran salto. La Argentina, ahora sí, cuenta con todas las herramientas para repetir aquella gesta inolvidable en el Mundial de Perth 2002. Sólo hay que demostrarlo.

  • Aymar: "Fue un estresazo, pero ganamos"
    Luciana Aymar es ciento por ciento emocional, más allá de su frialdad dentro del círculo. "La verdad es que la final fue un estresazo, pero ganamos. Jugamos con corazón y con garra; por momentos nos tuvimos que replegar, pero aun así nos defendimos muy bien. Esto nos da mucha fe para el Mundial de Rosario".

    Publicado por: La Nación.

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